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Mostrando entradas de 2011

Llamame Marcela.

1 -Pero... -Nada. Marcela dije. -Pe... -Son las reglas. Si me querés acá, soy Marcela. No me importa lo que sepas. -Esta bién, Dani..., perdón; Marcela. ¿Tomás algo? -Campari con tónica. ¿Qué? ¿Sos sordo? ¡CAM-PA-RI CON TO-NI-CA! -No soy sordo. Nunca me imaginé que pidieras eso. Digo, siempre pedís... -¿De qué siempre hablás? Me acabás de conocer. -Cierto. Mozo, un Campari con tónica para la señora. -Señorita. -Perdón, señorita; y una Quilmes para mí. -Entonces... -¿Entonces qué? -¿Entonces qué querés? -¿Entonces qué querés qué? -¿Sos idiota o miraste demasiados capítulos del Chavo? -¿Desde cuando contestás así? -Desde que tengo ganas. Y como vos NO me conocés, no tengo porqué cumplir ninguna expectativa tuya. -¿Segura? -Estoy segura que no nos conocemos. -No. Hablo de las expectativas. -¿Por qué? ¿Vos esperás algo en particular? No sabés que clase de loca puedo ser. A lo mejor te despertás mañana en una bañera llena de hielo y sin

El tío Gordo.

  TIRESIAS.- ¡Ay, ay! ¡Qué terrible es tener clarividencia cuando no aprovecha al que la tiene! Yo lo sabía bien, pero lo he olvidado, de lo contrario no hubiera venido aquí. EDIPO.- ¿Qué pasa? ¡Qué abatido te has presentado! TIRESIAS.- Déjame ir a casa. Más fácilmente soportaremos tú lo tuyo y yo lo mío si me haces caso. SÓFOCLES. Edipo Rey. Los griegos articulaban  sus tragedias  sobre dos líneas de desarrollo argumental: la peripecia, el relato de las pruebas y dificultades del Héroe; y la anagnórisis, la revelación, el descubrimiento de un dato del pasado ocultado u olvidado. Para Aristóteles las mejores tragedias eran aquellas en que la peripecia y la anagnórisis coincidían en la misma historia. Así como a Edipo la verdad le salto enfrente para revelarle su naturaleza; así, al Tío Gordo la verdad se le plantó frente a la cara con la forma de un palo así de grande. Hijo de inmigrantes yugoslavos establecidos en la comuna de Luyaba, Departamento San Javier, Pro

Listas

       Los escritores, en general, se parecen mucho a los seres humanos. No estamos seguros de que lo sean. Algunos muestran los usos y costumbres de la gente común,  pero en algunas circunstancias aparecen elementos que nos hacen dudar: reacciones exacerbadas,  respuestas erráticas, etcétera. Pasan de la exaltación a la tristeza con una rapidez  fascinante. Pueden parecer peligrosos, a veces hasta para ellos mismos. A pesar de eso, presentan una gran habilidad para la supervivencia. En general su comportamiento adaptativo se orienta al camuflaje, a pasar inadvertidos. Nos recuerdan a los animales que cambian de color de piel o se desprenden de un miembro que luego vuelve a crecer.        No son facilmente reconocibles como los actores o los bailarines. Los artistas de la escena buscan naturalmente el contacto con la gente. Parecen los otarios, esos simpáticos mamíferos acuáticos. Generalmente se los ve en  lugares públicos, colas de entrada de teatros o patios de plateas. Los escri

Vidas literarias: Cunegunda María Novillo Jofré

Nota: Una versión anterior de esta entrada estuvo publicada un tiempo con el título de "Una que quería ser moderna" Esta es la versión corregida y aumentada. Para aquellos que ya habían leído el texto, pido disculpas por el aburrimiento. apoteosis . (Del lat. tardío apotheōsis , y este del gr. ἀ ποθ έ ωσις 'deificación' ). 1. f. Ensalzamiento de una persona con grandes honores o alabanzas. 2. f. Escena espectacular con que concluyen algunas funciones teatrales, normalmente de géneros ligeros. 3. f. Manifestación de gran entusiasmo en algún momento de una celebración o acto colectivo. 4. f. En el mundo clásico, concesión de la dignidad de dioses a los héroes. Consistía en la construcción de una gran pira funeraria. Al incendiarla se suponía que el alma se elevaba junto con los dioses. Sobre Cunegunda María Novilo Jofré la crítica nunca llegaba a un acuerdo: la mitad pregonaba su genio, su prosa ingeniosa, su chispa y erudición; el resto so

Dobles.

Para SL en su cumpleaños. Como pasa seguido en la literatura argentina, la culpa la tuvo Borges. Él puso de moda eso de andar usando dobles que hicieran el trabajo  por uno, que llevaran el peso de las relaciones públicas y dijeran ingeniosadas por ahí. Dicen que había conseguido un cabalista que por unos pocos pesos le hizo el golem con su aspecto para que andara caminando titubeante de la mano de Kodama, sosteniendo el papel de escritor de laberintos y tigres, mientras Borges andaba tranquilo por los piringundines de los barrios del sur. El problema fue cuando todos los escritores, los consagrados y los principiantes, se vieron en la necesidad de tener un doppelganger que llevara una vida interesante por ellos. Por suerte gracias a Madonna que se convirtió a la Kabalah, esta chapucería hebrea de andar creando seres con palabras se puso de moda. Hoy encontrás fácilmente quien te hace un doble como antes aparecían por el barrio nuevos estudios de Pilates, parripollos o